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¿MISTERIO REVELADO?
Poca gente sabe que el encargado de realizar la autopsia al científico más famoso de todos los tiempos, no pudo resistir la tentación de quedarse con su cerebro.
El patólogo forense Thomas Harvey, de paso también robó su cerebro, (para vergüenza de toda la comunidad científica, puesto que Einstein había dejado instrucciones específicas sobre sus restos: cremarlos y esparcir las cenizas en secreto para desalentar a los idólatras).
Einstein nunca hubiera consentido que su cerebro se estudiara después de muerto (y menos después de ser robado).
El robo del patólogo consiguió que la ciencia tuviera la oportunidad de investigar qué era lo que lo hacía tan especial.
Thomas Harvey (en la foto), un 18 de abril de 1955 robó el cerebro del físico teórico más grande de todos los tiempos y lo guardó en su casa durante más de 27 años.
Cuando otros científicos pudieron acceder por fin a él, vieron que no había diferencias de tamaño, apariencia o grosor, con los cerebros convencionales.
Solo se diferenciaba en que poseía una densidad superior de astrocitos.
Foto drcha: Astrocitos bañados en tejido cerebral.
Los astrocitos son mayoría en un tipo de células cerebrales llamadas GLIALES, o GLIA. Las células gliales en general representan el 85% de todas las células en el interior de un cerebro humano. La morfología de un astrocito (como indica su nombre) recuerda a una estrella por la gran cantidad de prolongaciones llamadas pies que irradian del soma hacia células vecinas.
Del resto de células cerebrales, las llamadas "neuronas" solo se corresponden al 15% del total de células de que dispone un cerebro humano.
“Tan sólo el 15 por ciento de las células del cerebro son neuronas. El resto (85%) son células “GLIA”, que NO se comunican mediante impulsos eléctricos. Las células gliales se comunican entre ellas y con las neuronas SIN electricidad. Esto es un cambio fundamental de conceptos sobre el funcionamiento del cerebro a nivel celular” - Doctor Douglas Finks, neurocientífico
Durante más de un siglo hemos pensado que la actividad cerebral se debía únicamente a la acción de las neuronas. Pero ahora sabemos que esto no es exactamente así.
Los astrocitos son células gliales que hasta ahora se creía que sólo alimentaban a las neuronas y las protegían, pero hoy en día se sabe que tienen un papel activo en la inteligencia de cada uno de nosotros.
Los astrocitos juegan un papel clave en la memoria y el aprendizaje. Hace más de un siglo que conocemos su existencia, pero hasta ahora no se ha entendido que controlan la sinapsis, controlan el flujo sanguíneo en el cerebro, y alimentan a las neuronas, pero además cada astrocito individual controla cientos de neuronas. Muchas más neuronas que un astrocito de ratón, por ejemplo.
No hace mucho un equipo de investigadores franceses implantaron astrocitos de un ser humano en el cerebro de un ratón.
Resultado; el trasplante, reducido a un área concreta pequeña del ratón, invadió literalmente todo su cerebro en un solo año. Todas las células del cerebro del ratón, habían sido invadidas por las células humanas. Automáticamente, los ratones injertados eran dos veces más inteligentes que los no injertados (sobre todo en las pruebas de orientación y memoria).
El nivel de inteligencia de un ser humano se ve afectado entonces por multitud de condicionantes, esto es, la velocidad de comunicación entre las neuronas (sinapsis neuronal), por la cantidad de astrocitos que poseemos, por la interactuación de miles de genes (que tienen diversos cometidos dependiendo del área del cerebro en la que se encuentren), y por nuestro propio esfuerzo pro-activo en usar todo eso.
Cada uno ha nacido con unas cartas, pero eso no significa que uno no pueda sacar mejor provecho de ellas que otra persona que disponga de mejores cartas, pero que de natural tenga tendencias más perezosas.
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