Ningún producto
CASO ECM REAL 2: Rosa
Después de un atropello casi mortal, Rosa y su novio quedaron tendidos en medio del paso cebra, inconscientes.
Pasadas las doce de la noche, Rosa reconoce que estaban cruzando en rojo. Tras un intento de darse a la fuga, el conductor tuvo que parar a dar su versión de lo ocurrido a un coche policial que estaba allí de casualidad.
“No les vi”, declaró el conductor.
Rosa, que en ese momento contaba con 23 años, se llevó la peor parte. Traumatismo cráneo-encefálico con fractura abierta, fractura del brazo izquierdo y el pie derecho y otras heridas internas de gravedad.
Entró en urgencias ya inconsciente y su pronóstico fue calificado de gravísimo. Aunque las heridas de su brazo reclamaban una intervención quirúrgica urgente, los cirujanos no podían intervenir si Rosa no despertaba del coma.
La situación era tan grave, que una vez estabilizada, y viendo que no despertaba del coma, el equipo médico decidió llevar a Rosa al quirófano para amputarle el brazo y prevenir así mayores infecciones.
Durante el camino por los pasillos hacia el quirófano para practicarle una traqueotomía previa, uno de los médicos detectó ligeros movimientos realizados por la paciente. Interpretando que estaba a punto de despertarse, decidieron cambiar de estrategia en el último minuto.
Utilizarían una novedosa técnica no-invasiva de sujeción del brazo por el exterior del hueso. Dicho cambio fue vital, puesto que posteriormente le permitió a Rosa conservar el uso de la extremidad en un 90% durante su vida cotidiana. Le fue por poco de perder el brazo para siempre.
Otro momento difícil que posteriormente recordaría, fue cuando le operaron el pie para colocarle clavos de sujeción.
Tanto esa operación, como la del brazo, fueron realizadas sin anestesia por motivos médicos. Extrañamente, aunque sus gritos se oían en toda el ala del hospital, en ningún momento recobró la consciencia encima de la mesa de operaciones.
Pero pasados 7 días, (exactamente como en el caso del neurocirujano Eben Alexander), Rosa fue despertando gradualmente.
Poco a poco, el recuerdo de lo vivido durante esos 7 días fue conformándose en su mente, aunque aún se encontraba muy confusa tras el accidente.
En un momento de memoria lúcida, le hizo el siguiente reproche a su madre:
- Pero hija, yo estuve contigo todo el tiempo… -le dijo su madre, y continuó- y recuerda que la abuela falleció hace 8 años…
En ese momento, Rosa se dio cuenta de pronto de que recordaba el día que le comunicaron el fallecimiento y recordaba el posterior entierro de la "yaya".
Pero aunque conscientemente sabía perfectamente que su abuela estaba muerta, también recordaba cómo, con su cálida presencia, su abuela la reconfortaba colocando bien las sábanas de su cama de hospital, (sentada en la silla que había para los acompañantes), durante todo el periodo del coma.
¿Cómo era posible? Paulatinamente fue recordando más y más detalles, como por ejemplo que durante los 7 días que estuvo con ella, su abuela no pronunció palabra alguna o la ropa que llevaba puesta, la “de siempre”, y su postura un tanto “estática”.
UN VISITANTE "INESPERADO"
Pero de repente, la historia comienza a pertenecer a otro reino, al reino de una dimensión alternativa a la cotidiana. Donde los sueños se vuelven estadísticamente imposibles...
Rosa recordó haber tenido otras "visitas" (mientras estaba en coma), que, aunque en ese momento le parecieron “de lo más normal”, posteriormente se comprobó que no lo fueron tanto.
Un señor mayor, vecino del pueblo de la protagonista llamado Sebastián, visitó a la paciente (que recordemos se encontraba inconsciente) al cuarto día del coma.
Después de una charla superficial, en la que el anciano se interesó por su estado, le dijo que "tenía que irse" y se despidió de la forma habitual.
Aún hoy en día, Rosa lo visualiza, de pie, con su habitual bastón, (secuela de una pasada embolia), despidiéndose desde el umbral de la puerta de la habitación del hospital.
Hasta aquí todo sería normal si no fuera porque el señor Sebastián había muerto dos días antes de la “visita”, (justo dos días después del accidente de la protagonista de los hechos).
La sorpresa de Rosa fue mayúscula cuando le comunicaron su fallecimiento. El recuerdo de su visita estaba aún fresco en su mente.
Debido a la circunstancia de su accidente, ella nunca habría podido tener la oportunidad de despedirse del vecino, (bastante querido por ella) debido a su estado comatoso. Rosa no sabía que Sebastián había muerto, pero al despertar del coma, le había comentado a su madre la presencia en el hospital del anciano “para despedirse”.
En ese momento su madre también tuvo que explicarle que Sebastián había fallecido poco después de su accidente.
En el hospital nunca se hablaba de noticias negativas en la habitación para no influir en el proceso de recuperación del coma de la paciente, por lo que Rosa no tuvo medios para enterarse (ni que fuera inconscientemente) del fallecimiento del anciano.
Si las experiencias que se viven durante las ECM en los periodos de coma fueran una mera recreación mental (o una proyección de la psique de sus protagonistas), es mucha casualidad que a Rosa la visitara un vecino en teoría aún entre nosotros, aunque en realidad ya estaba muerto.
En ningún momento recibió la "visita" de familiares vivos, como pudiera ser su madre u otros. Si esas imágenes mentales se debieran a proyecciones mentales del cerebro para reconfortar la soledad de la paciente durante el periodo de coma, no tan solo las personas muertas hubieran podido comunicarse con la paciente, sino también las vivas.
Muchos piensan que las ECM son una oportunidad que te da la vida para salir de tu propio cuerpo físico y experimentar otras realidades sutiles (paralelas a las que experimentamos con nuestros sentidos).
Si lo que Rosa experimentó es cierto, (y no tenemos motivos para dudar de ello), quizá existe una dimensión "de espera", en la que nuestros familiares ya desaparecidos, nuestros seres queridos, velan por nosotros, procurando nuestro bienestar porque les importamos, porque aún quieren protegernos en momentos especialmente difíciles de nuestra existencia. Y donde es posible la comunicación entre los vivos y los recién fallecidos.
Son vivencias recordadas de forma “más intensa que los mismos recuerdos normales del día a día”, vivencias que deberían, en un futuro no muy lejano, poder ratificar la opinión de que somos mucho más que un cuerpo físico.
CASOS REALES DE UNA EXPERIENCIA CERCANA A LA MUERTE
CIENTÍFICOS PROTAGONISTAS DE UNA ECM
Si deseas explicarnos tu experiencia, ponte en contacto con nosotros enviando un correo electrónico a felitia@felitia.com y nos pondremos en contacto contigo lo antes posible.
ATENCIÓN:Todos los artículos tienen copyright FELITIA© y están registrados en el Registro de la Propiedad Intelectual. Prohibida su reproducción
¡TEMAS RELACIONADOS!