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En el artículo sobre los "Padres del Desierto", vimos que Antonio fue el primero de ellos. Quizá no fuera el primer hombre piadoso que se aislara de todo y de todos, pero Antonio sin duda, fue el pionero y fundador del movimiento eremítico del S. III.
"Antonio el Grande", o "San Antonio de Egipto" (251-356 d.C), fue uno de los primeros cristianos que se adentraron en las más duras condiciones imaginables del desierto egipcio profundo ("paneremos"), para ir al encuentro de la unión mística con la Divinidad.
Los Padres y Madres del desierto formaron una especie de "cuerpo de élite" de los cristianos desencantados con la vida en las ciudades, que viajaron a los desiertos de Siria, Egipto y Palestina, huyendo de la falta de sentido de sus vidas, el ritmo de vida acelerado y la decadencia del Imperio Romano.
La lucha de Antonio contra los embates de su propia mente (Metanoia), su vida ascética privada de toda comodidad, y su grado de equilibrio y paz interior, inspiraron y siguen inspirando a generaciones de artistas ya sean ateos o creyentes.
Las "Tentaciones del demonio a San Antonio Abad" se convirtió en un tema favorito de la iconografía cristiana, representado por numerosos pintores de importancia, y, a la vez, en un homenaje a todas aquellas personas que consiguen huir de sus instintos primarios y alcanzar la paz interior.
Aprovecharemos dichas obras de arte para ilustrar el presente artículo.
Cuando nace Antonio en el pueblo de Comas en el 251 d.C (cerca de Heracleópolis Magna), ya nada queda de la cultura faraónica. Después de los 335 años de la dinastía griega gobernante en Alejandría (La Ptolemaica o Lágida) y de la anexión romana a partir de la muerte de Cleopatra V y su hijo Cesarión, Egipto llevaba 556 años sin un faraón verdaderamente egipcio.
Antonio se retiró al Monte Colzim cerca del Mar Rojo, donde finalizaría sus días de "Fuga Mundi", en el 356 d.C, a los 105 años de edad.
Antonio de muy joven tuvo una "epifanía" (inspiración divina) al leer las siguientes palabras de Jesús en el Nuevo Testamento:
“Vete, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres, y tendrás un tesoro duradero en el cielo. Luego ven y sígueme” - Marcos, 10,21
Hijo de ricos campesinos, a los 20 años lo vendió todo, entregó a su hermana al cuidado de una congregación religiosa, y entregó el dinero a los pobres, retirándose a una cueva con la ayuda de un tal Pablo, anacoreta como él. Durante esos 85 años restantes, Antonio solamente abandonaría el desierto en una visita a Alejandría, en el año 311 para predicar en contra del arrianismo.
En nuestro mundo materialista, resulta impensable abandonar lo que tanto esfuerzo costó conseguir para seguir el camino de la unión mística con Dios, pero eso es lo que hicieron muchos patricios y patricias romanos.
“¡Qué difícilmente entrarán al Reino de Dios los que tienen riquezas!” – Marcos 10, 23
Posteriormente San Basilio diría:
“Quien ama a Dios, deja todo y va hacia Él”.
LOS "PSICOPADRES" DEL DESIERTO
Considerados los primeros psicólogos del mundo, los Padres del Desierto daban consejo y calor humano a todos aquellos que, desde todos los rincones de la Roma Imperial, acudían al desierto en busca de ellos mismos y del encuentro íntimo con Dios
Antonio curaba a la gente, les exorcizaba sus demonios, resolvía sus conflictos, daba consejos a todo aquel que se los pidiera sobre cuestiones cotidianas.
Todos esas funciones anteriormente las ejecutaban los sacerdotes digamos "tradicionales" tanto paganos, como judíos o cristianos. Pero llegar a ese nivel no fue fácil.
Antonio sufrió terribles tentaciones del diablo en todos los emplazamientos de su retiro espiritual, (tanto en los primeros tiempos en la cueva sepulcral en una necrópolis (cementerio), como en una fortaleza abandonada, como ya en el paneremos, desierto profundo, donde terminó estableciéndose y viviendo hasta esos 105 años).
Aunque de extrema violencia física y psicológica, esos ataques malignos no pudieron acabar con la determinación del eremita de permanecer aislado de todo y de todos, en la búsqueda incesante de su yo interior, y así conocer la vía mística hacia la Divinidad.
Según Atanasio de Alejandría, en su Vida de San Antonio:
“…Pero el demonio empezó a traerle temibles tentaciones. Le presentaba en la mente todo el gran bien que él podría haber hecho si en vez de repartir sus riquezas a los pobres las hubiera conservado para extender la religión. Y le mostraba lo antipática y fea que sería su futura vida de monje ermitaño.
Trataba de que se sintiera descontento de la vocación a la cual Dios lo había llamado. Como no lograba desanimarlo, entonces el demonio le trajo las más desesperantes tentaciones contra la pureza. Le presentaba en la imaginación toda clase de imágenes impuras…
…Un día el demonio enfurecido porque no lograba vencerlo le dio un golpe tan violento que el santo quedó como muerto. Vino un amigo y creyéndolo ya cadáver se lo llevó a enterrar, pero cuando ya estaban disponiendo los funerales, él recobró el sentido y se volvió a su choza a orar y meditar.
Allí le dijo a Nuestro Señor: ¿Adónde te habías ido mi buen Dios cuando el enemigo me atacaba tan duramente? Y una voz del cielo le respondió: Yo estaba presenciando tus combates y concediéndote fuerzas para resistir. Yo te protegeré siempre y en todas partes...”
"PERSONAS PRÁCTICAS" VS "SPIRITUAL BYPASSING"
Los "Padres del Desierto" eran gente práctica, sabían de los peligros que acechaban a los "novatos" que empezaban el camino hacia la espiritualidad con un ansia desesperada de conocer a Dios, sin conocerse primero a ellos mismos.
Al respecto siempre tendremos el ejemplo del expertisse previo de Antonio cuando afirmaba:
"Si ves a un monje joven que se esfuerza por llegar al cielo por su propia voluntad, agárrale fuertemente por los pies y tira para abajo, porque eso no le sirve de nada"
Sin haber dominado completamente sus pasiones, ("apatheia"), a una persona no le hace mucho bien meditar e ir pronto por el camino de la mística. Al peligro de una espiritualidad demasiado precoz, los americanos lo llaman "Spiritual Bypassing".
Nadie que niegue su represión sexual, sus arrebatos de ira incontrolada, o sus apetitos desbocados, llegará nunca a encontrarse a sí mismo/a, y por ende, mucho menos a Dios.
"Antes de querer ayudar a los demás, hay que estar seguro que uno mism@ no necesita ser ayudad@. Detrás de querer ayudar a los demás, se esconde frecuentemente un sentimiento de impotencia" - Anselm Grün
LA TENTACIÓN
Los monjes veían la tentación como algo positivo. Un enemigo digno con quien batirse en duelo. Antonio lo veía así:
"Nadie puede entrar en el cielo sin haber sido tentado. Quita las tentaciones y no habrá nadie que pueda encontrar salvación"
Y Anselm Grün lo clarifica así:
"No solo nos enfrentamos a los mandamientos, y a la obligación de hacer el bien. En nuestro interior aparece una lucha periódica entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas, entre el amor y el odio. Para los monjes del desierto, esto era completamente normal. Y no es malo, sino que hace al ser humano cuidadoso".
Si has declarado la guerra a tus limitaciones, no puedes presentarte ante Dios con un vestido blanco impoluto. Eso sería señal de que no has luchado verdaderamente. Es propio de humanos el estar en lucha permanente contra los propios demonios. Si no te conoces profundamente, la balanza siempre se decantará del otro lado, provocando infelicidad.
Para Antonio, la concupiscencia, la vanagloria y la ignorancia, son las peores pasiones del alma humana.
Aquel que rinde culto a Dios desde la humildad de saberse solo humano, es apoyado por la Divinidad, proporcionándole las herramientas necesarias para que esa persona pueda dominar su cólera, su ira y sus emociones bajas, como la envidia, la gula y la concupiscencia, que son las causas de todos los males de la humanidad.
MUERTE DE SAN ANTONIO
Antes de su muerte en el 356 d.C, Antonio dio orden de que sus restos reposasen en una tumba sin nombre, pero no le hicieron caso.
Sus reliquias se trasladaron a Alejandría para ser veneradas en el 561 d.C, y trasladadas a Constantinopla (actual Estambul).
En 1070, Jocelyn de Châteauneuf y su hermano Guigues Disdier, recuperan los restos de San Antonio y se los llevan al Delfinado,(zona de Grenoble, Francia), donde hicieron famosa la abadia de Saint-Antonine-en-Viennois.
En 1088, los monjes benedictinos de la abadia de Montmajour, cerca de Arles, son encargados de velar por las reliquias del primer eremita, debido al gran flujo de peregrinos que iban a venerar los restos del santo y curarse del ergotismo, la peste y la lepra. Pero al constituirse la orden de los Antonianos, hubo serias disputas entre benedictinos y antonianos, por el control del hospital, de los restos, y del flujo de peregrinos.
En 1289, el Papa Bonifacio VIII tuvo que intervenir puesto que las disputas habían acabado en demostraciones de fuerza y en ataques armados entre ambos bandos, decantándose el Papa del lado de los Antoninos, y obligando a los Benedictinos a volver a la Abadía de Montmajour y abandonar la Abadia de Saint-Antoine-en-Viennois.
A partir de entonces, la comunidad de los Antonianos se convirtió en la "Orden Religiosa Hospitalaria de los Cánones Regulares de Saint-Antoine-en-Viennois". Estos hechos derivaron posteriormente en la fundación de los Caballeros Hospitalarios.
En dicha abadia puede verse hoy en día el recipiente bellamente trabajado que contiene los restos de Antonio, el más famoso de los llamados "Padres Teósforos": los que llevan a Dios.
Luis Boleda es el coordinador espiritual de FELITIA GLOBAL COACHING®, instructor en Mindfulness y autor del libro "La Wifi de Dios"
¿QUIÉNES FUERON LOS "Padres del Desierto"?
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