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En el artículo anterior, ya hemos visto la importancia de la mujer de Justiniano, llamada Teodora, en todo el asunto de la reencarnación.
Pero en el momento de la verdad, ahora vuelve a aparecer con fuerza.
En el año 536 dC, el papa Agapito I (el cual ya se había enfrentado a Justiniano y Teodora justo después de su elección 11 meses atrás), muere envenenado durante una visita desde Roma a Constantinopla, nueva sede del gobierno del Imperio Romano (¿casualidad?) y Teodora intenta por todos los medios que su sucesor sea Virgilio I un protegido suyo que podría utilizar de marioneta de sus caprichos doctrinales.
Pero su enemigo en la zona occidental del imperio, (la actual Italia, Francia, España, Inglaterra...) el rey ostrogodo Teodato de Italia, se le adelanta obligando a la curia a elegir papa a Silverio, hijo del papa Hormisdas.
Esta situación, en efecto, no gusta a Teodora, la cual en represalia, manda al general Belisario a tomar Roma. Así es como se las gastaba cuando sus órdenes no eran obedecidas.
En el grabado el fugaz papa Silverio I mártir (su padre el Papa Hormisdas se casó antes de ser papa, y bajo su pontificado, San Benito, instauró la orden de los benedictinos).
Una vez fracasado su intento de colocar a su protegido Vigilio, la ascensión al trono de Pedro de Silverio no gusta a la emperatriz Teodora quien le escribió inmediatamente para pedirle que reconozca a los monofisitas Antino y Severo como patriarcas de Constantinopla y Antioquía respectivamente. El Papa Silverio repuso con una rotunda negativa, aunque expresada con gentil lenguaje diplomático, y se afirma que, al sellar el sobre con la carta de respuesta, declaró que acababa de firmar su sentencia de muerte. Estaba en lo cierto: Teodora era una mujer implacable que no toleraba la oposición; aunque sí sabía aguardar una oportunidad para castigarla.
El general ostrogodo Vitiges, (enemigo de Justiniano y Teodora), en su intento por tomar Roma, llegó hasta los suburbios y los arrasó.
En la ciudad, el Papa y los miembros del senado romano, para evitar una masacre, abrieron sus puertas a un enemigo de Vitiges y de los ostrogodos, el general bizantino Belisario (en el grabado), mano derecha del emperador Justiniano y responsable de todas sus victorias militares.
Aunque el papa Silverio consiguió que Roma se rindiera sin luchar, (evitando un baño de sangre entre tropas bizantinas y ostrogodas), en lugar de ser premiado por ello, fue arrestado por Belisario por traición) y entonces se le presentó a Teodora su oportunidad de vengarse por la negativa del papa Silverio de colocar a sus protegidos.
Primero se valió de la astucia: elaboró una carta en la que el Papa Silverio aparecía como un traidor en tratos con los godos y la hizo circular (fake news). Sin embargo, aquella estratagema fracasó y, entonces, la emperatriz recurrió a la violencia: el papa Silverio fue secuestrado y conducido hasta Patara de Licia, en el Asia Menor. Durante el día siguiente al del rapto, el general bizantino Belisario, presionado por su esposa Antonina, amiga de Teodora, proclamó Papa al diácono Vigilio, el candidato designado por la emperatriz Teodora.
En apariencia, Teodora había mantenido en la ignorancia al emperador Justiniano de lo que sucedía en Roma y el destierro del papa Silverio; pero en cuanto el obispo de Patara le entrevistó para informar al emperador con lujo de detalles, Justiniano no pudo por menos que tomar cartas en el asunto: mandó que se hiciera una investigación y que Silverio partiese inmediatamente a Roma para hacerse cargo de la sede pontificia.
Tan pronto como el Papa tocó tierras de Italia, los partidarios de Vigilio le cerraron el paso y lo capturaron. Antonina, la esposa de Belisario, [favorita de Teodora y también su compañera en los tiempos de prostitución] ansiosa por halagar a Teodora, convenció a su marido para que ordenase a los captores del Papa que hicieran lo que buenamente les pareciera con el cautivo.
En consecuencia, Silverio, vejado y golpeado por la soldadesca, fue escoltado hasta la solitaria isla de Palmarola, en el Mar Tirreno, frente a Nápoles y abandonado allí a su suerte. Pocos días más tarde, en aquella isla, o quizá en la vecina de Ponza, murió el papa a causa de los malos tratos recibidos y la falta de recursos en aquella soledad.
"De acuerdo con Liberato, quien escribió lo que había oído decir, murió de hambre; pero Procopio, el cronista contemporáneo de Silverio, asegura que el papa fue asesinado al llegar a la isla por uno de los soldados, que llevaba instrucciones de Antonina en este sentido. Como quiera que haya sido, a san Silverio se le conmemora como mártir"
FUENTE: Vidas de los santos de A. Butler
Así pues, vemos una y otra vez la larga mano de Teodora, (cuyo nombre significa “don de Dios”, Theo-doron, seguramente no se trata de su nombre auténtico). Pero ahora tenemos a una nueva actriz en este desafortunado bodevil, Antonina de gustos insaciables, la favorita de Teodora y antigua compañera de prostitución de la emperatriz.
Teodora no movía un dedo en el imperio sin consultar a su antigua camarada. Justiniano y Belisario eran el escarnio de los costantinopolitanos a causa de la conducta licenciosa de sus respectivas esposas, y la soldadesca se burlaba de uno de los mejores generales que ha tenido la humanidad por ese mismo motivo.
Con el asesinato de Silverio se inició un periodo funesto para la institución del papado. La pérdida de autoridad de la institución fue aumentando paulatinamente, y cuando el papa de turno no seguía los dictámentes de la pareja imperial (Justiniano y Teodora), eran asesinados sin miramientos, muriendo muchos de ellos en conspiraciones, durante torturas o envenenados.
Entonces vemos (por si a alguien le quedaba alguna duda), que lo que realmente deseaba Teodora era manipular a toda la cúpula cristiana mediante amenazas para desautorizar las conclusiones del Concilio de Calcedonia, donde su culto monofisita fue prohibido y declarado hereje, y así devolver a los monofisitas la autoridad perdida del año 451 d.C. (100 años antes) donde los escritos de Teodoro de Mopsuesta, Teodoro de Ciro e Ibas de Edesa consiguieron declararlos herejes al haber renegado de la parte humana de Jesús y declararlo así solo Dios, al contrario de lo que defendía Orígenes quien diferenciaba dos entidades, a Dios y al Cristo como figuras independientes y jerárquicamente diferentes.
Para defender su postura mosofisita, Justiniano y ella publicaron en el 543 un más que polémico edicto conocido como "LOS TRES CAPÍTULOS", condenando como anatema esos resultados del Concilio de Calcedonia del 451. Un emperador metiéndose en asuntos religiosos era frecuente, pero desautorizar todo un Concilio realizado un siglo antes, eso empezaba a ser demasiado, y todo por complacer el monofisismo de Teodora.
A cambio de ser conducido al pontificado, Vigilio tuvo que prometer a Teodora que, una vez papa, devolvería al seguidor del líder monofisista radical Eutiques, (también llamado "Ántimo") la sede de Constantinopla y que levantaría la condena a la teoría monofisita pronunciada en el Concilio de Calcedonia.
Una vez realizado el "encargo" de Teodora que le mandaba apoyar el edicto de "Los tres capítulos", el nuevo papa Virgilio recibe la presión de todos sus obispos occidentales y africanos, y claro, se arrepiente del pago efectuado a Teodora, se retracta, y vuelve a condenar a los monofisitas (hay que echarle valor conociendo a Teodora).
Evidentemente la pareja imperial lo detiene y le hacen prisionero en Constantinopla (para que pueda "aclararse") desde enero de 547 a abril de 548 dC, un año y dos meses para que el papa se plegara a los deseos de la pareja firmando la "Indicatum", o “Judicatum” (veredicto) la ratificación de la condenación de los acuerdos anti-monofisistas de Calzedonia.
Entonces, en medio de toda esta actividad frenética pro-monofisita, Justiniano, ve como Teodora muere en ese año 548 d.C.
La "Indicatum" provoca el Cisma de Aquilea, con la separación de las iglesias de Milán, Ravena, (y otras) de la obediencia romana. Para evitar que el cisma se haga mayor, el Papa negocia con Justiniano una tregua hasta que no se convoque un nuevo Concilio o Sínodo para discutir el asunto, tregua que Justiniano rompe en 551 con su decreto "Homologia tes pisteos".
Muy enfadado, Vigilio I se retira a la iglesia de San Pedro como forma de protesta y amenaza con excomulgar a todo aquél que acepte el decreto imperial. Justiniano envía a sus hombres a prenderle, pero el papa se defiende valientemente a fuerza de puñetazos y patadas y logra escapar, huyendo a Calzedonia.
El emperador Justiniano entonces convoca el segundo sínodo en Constantinopla (553 d.C) para desautorizar a Orígenes, devolver la honra definitivamente a los monofisitas y desautorizar al papa Vigilio, (el cual deseaba que el Sínode se realizara en Italia o Sicilia, pero que ve como el emperador obliga a que se haga en "campo propio", Constantinopla).
Sigamos viendo las manipulaciones de esta "extraña pareja".
CAPÍTULO XI: EL OCASO DE LA REENCARNACIÓN
Luis Boleda es el coordinador espiritual de FELITIA GLOBAL COACHING®, instructor en Mindfulness y autor del libro "La Wifi de Dios"
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